domingo, 30 de mayo de 2010

-III- Mientras caía



Miraba las gotas de lluvia mientras caían
haciendo figuritas graciosas antes de reventar
A ratos me hacía reír
A ratos callar

Nada me preocupaba en ese mundo
de gotas grises y humedad en calma
Nada me hacía salir de aquel lugar
en donde mis pies se habían anclado

Pensé si acaso todo lo que hice
fue para quedar atascado entre vacíos helados
atrapando la nada, enfrascando la piedad
para no quedarme solo...

Pregunté... ¿me querrá?
Y no llegó respuesta
Entonces entendí que algo me faltaba
Sentí que debía ir a buscarlo

Quizás lo había extraviado
en alguna de las calles que recorrí aquel Lunes
Esas avenidas empapadas de cariños, besos...
de sentimientos embriagados

Introduje la mano izquierda en mi bolsillo
y encontré un agujero
Comprendí tristemente que el amor se me había caído
Que se había acostado, en una de esas calles, y quedado esperando...

En ese instante reaccioné y por fin pude moverme
Sólo tenía una cosa que hacer...
Salir a buscarla y encontrar en ella eso que había perdido.



[Palabra interminable, Diego Ignacio Valdés León]

viernes, 28 de mayo de 2010

Créditos finales



Muchas personas me han dicho que a veces la vida es como un film. Tiene un inicio pausado, luego un desarrollo complicado y, finalmente, un desenlace inesperado o esperado.
Me pareció peculiar que se resumiera todo tan fácilmente, asi que me dediqué a pensar en esto durante mis viajes.
En una película acostumbramos a ver imágenes particionadas y secuenciales. Se nos muestra sólo lo justo y necesario para la diversión y entedimiento, nuestro y de la trama, respectivamente. Si nosotros fueramos el film no viviríamos al máximo las experiencias... quizás nisiquiera alcanzaríamos a conocernos plenamente y luego de ver-vivir determinados hechos, durante el desarrollo, llegaríamos a nuestro climax para concluir en nuestro final.

La vida no es así y ningún momento de la vida lo es. Entre escena y escena pasamos por muchas cosas, positivas y negativas, que no se deberían omitir, ya que de eso se compone todo: de una secuencia continua, y no fragmentada, de acontecimientos que nos enriquecen el espíritu.
Cuando termina una película quedamos satisfechos de ver la satisfacción del protagonista por lograr felicidad, debido a lo que obtuvo. Sin embargo, en la realidad ahí no culmina en absoluto nuestro camino y nadie nos mira con la misma satisfacción que a dicho protagonista.

Durante la vida todos somos protagonistas y tenemos un final común. Y es en éste donde más nos valoran... Al momento de morir llegan los créditos a tus esfuerzos y logros; sólo ahí se sabe si quedaste en los corazones de seres queridos; si acaso tu presencia marcó la actuación de un semejante; y si acaso tu vida cambió la de alguien.
Cuando cierras por última vez los ojos y todo se pone de color negro, acompañado por la suave música clásica... ahí recién llegan los créditos finales.


[Diego Valdés León]