domingo, 9 de octubre de 2011

Carta para


Querida:

He estado tanto tiempo viajando que no he tenido tiempo para tomar una pluma y escribirte. Lo primero es darte una disculpa por ser tan ingrato y parecer olvidado de todo lo que nos une, mas no lo creas, por dios no lo creas.

Los días por estos mundos han estado de lo más inestables, tanto como el ánimo de un ser humano. Me da para pensar en ¿por qué inconscientemente pensamos que somos lo único vivo y lo único importante? Creo que tengo la respuesta, se llama egoísmo. Es verdad que somos así porque nos importa sólo lo propio, en respuesta al pánico a lo ajeno, aunque es por lo mismo que tengo este lazo que me ata a ti, ¿no es maravilloso?
He hablado con mucha gente, son personas agradables a donde quiera que vaya y muy amables también. Me tratan como si fuera de su familia, me acogen en su hogar y me dan abrigo y protección de la oscuridad de la noche.
Lo he pasado muy bien en general y he vivido un tiempo casi sin preocupaciones, aunque mis sueños nunca me dejaron tranquilo pues tu recuerdo me llamaba cada noche a extrañarte y preocuparme por ti. Y el destino es tal que me hizo llegar una carta con noticias que hicieron realidad mis sueños, sin embargo más de lo podría haber esperado en mi vida. Me quedé pasmado, petrificado en mi asiento de tren estilo europeo sin poder creer una palabra de las que sujetaba aquella carta. Lamento día tras día de este viaje el estar tan pero tan alejado de tu ser y no poder correr a tus brazos para proteger de lo que daña a mi querida.
Sea donde sea que estés piensa que cada día de este viaje que hago me está acercando a ti, porque así son las travesías, con su ida y su vuelta, y en esta no hay excepción pues todo está terminando.
Sé que estarás bien todo lo que hemos vivido me lo dice. No tengas miedo a continuar, pues haz comenzado otro viaje, uno que yo también emprenderé al término de este. Elévate a un lugar muy alto, más alto que las mismas tierras chilenas, más alto que la misma cordillera y las nubes que la rodean; y respira fuerte como si nunca lo hubieras hecho, porque estoy seguro que ahí arriba el aire es inmensamente mejor que este. Abre tus brazos y baila, giro tras giro sin arrepentimiento del que has dado. Que mires hacia atrás sin rencores sino con esperanza de aprender a seguir subiendo y de que arriba es aún más limpio lo que llena tus pulmones y espérame en lo más alto que ahí me encontrarás y seremos los dos como siempre ha sido.





[Diego Valdés León]

sábado, 23 de julio de 2011

-XV- Cinco minutos hacia el Mar




He llegado al atardecer de mi felicidad
donde sólo hilos de luz dan calor
a la carretera ya no transitada

Me encuentro yendo
hacia lo más profundo
Inevitablemente me adentro
sin que me detengan
pues miro a ambos lados
buscando
y no encuentor a nadie

Me he dado cuenta
que soy el primero
soy el segundo
pero el tercero se ha ido

Sigo caminando rumbo al mar
dando tropiezos
una y otra vez con el mismo nombre
Soledad

Y pienso en esa Soledad compañera
la Soledad fría, la ingrata, la vanidosa
Soledad orgullosa, testaruda y envidiosa
aquella Soledad de historias interesantes
con prólogos tristes y epílogos peores
La Soledad maldita, bastarda y mal nacida
pero tambien esa agujereada, melancólica...
enamorada

Ahora que he llegado al mar
rocosas costas de su tierra
yo lejos de ella
ella lejos de mí sin saber cuanto importa
quisiera cerrar los parpados

Ahora que he llegado hasta esta fría lejanía
en el atardecer de mi felicidad
quisiera volver a abrir mis ojos
y reencontrarte después de tanto tiempo
Constancia




[Diego Valdés León]

miércoles, 11 de mayo de 2011

-XIV- Donde te espera


Conmigo
Quédate conmigo
aunque tu naturaleza diga lo contrario
y quieras negarlo tenazmente
tal como la vida te inventó
en un caracter singular
Un encanto de tamaño universal
que viene desde toda América latina
a la mano que se extiende
y me saluda agitándose
sin tramar lo más mínimo
sin esconder ni avergonzar
sin sufrir desgano o arrepentimiento
de encontrarse con la mía propia.


Tengo claro que toda vida tiene un vacío
y que en mi caso ése
eres tú y sólo tú
También tengo claro que de ese corazón
no saldrán promesas
o esperanzas demasiado humanas
Pero si alguna vez me sorprendieses
con un cariño que no sospechaba
me embarcaría en un viaje hacia la casualidad
pero no a cualquiera
sino una que haga descubrirnos
sin interpretación de edades y géneros
sin lectura de manos y nombres
sin paredes que aíslen nuestros mundos
y digan qué es lo que corresponde.


No pretendo llenar una habitación
con monumentos de tu y yo
si no lo quieres
ni de orquestas clásicas con las que suelo volar
Tan sólo pido
un reencuentro con tu persona
en que veas con tus propios ojos
que puedo ser alguien diferente
pero no muy alejado de lo que podría gustarte
Tan sólo pido
que después de tanto diálogo intermitente
al fin desveles
tu destino seleccionado
tu entrega desnaturalizada
tu inmensa feminidad que desconoces
y quieras quedarte donde mi sueño te espera
donde siempre debiste estar
Conmigo.




[Diego Valdés León]

lunes, 25 de abril de 2011

-XIII- Tierra de ti




Me ha parecido tener sueños que tratan tu figura
de país inhabitado en vísperas de una nación sin ley
Un desierto en medio de arenas que puedo poblar
llenar de amaneceres nuevos
de noches sin miedo
y rostros de piedad

Me han visitado sueños solidarios
que me regalan un momento
para poder regalarte un momento
de cariño injustificado
libertad irracional
y un reino de juntos por siempre

Me dotaron de una mirada que desgasta tu espalda
que admira tu ignorancia dirigida
y tu deseoso capricho de por ahora sola
Y también de un animo que aplaude tu carácter desconocido
aquel que no me permite correr por tus calles
ni nadar en tus mares de país inhabitado

Me llenaron de un talento digno de un artista callejero
y un cuerpo que se reparte entre tu delicada ausencia
merecedora de respeto, despreocupada de intenciones
Sin querer me afirmo de tu coraza de piedra mármol
donde resbalan mis distinguidas intenciones y mi entidad entregada
Sólo queda mi voz

Me brotan frases diseminadas
por mi melancólica alma agricultora
gracias a la cual puedo escribir mi rasgado testamento
de anciano sin hogar ni mujer a quien pertenecer
Un viejo entristecido por no corresponder
ni al cielo... ni a la tierra de ti

En medio de la población inexistente
se me escapa una súplica de niño perdido
en la que ruego porque algún día
uno en el que hayas decidido colgar el atuendo de soledad
descubras que soy el único que siempre anheló tu atención
y me ampares en el país del que eres dueña



[Diego Valdés León]

domingo, 10 de abril de 2011

-XII- Tocar tu mano




Tocar tu mano
tocar tus dedos
tocar tu piel
en un segundo
que se estira
hacia un día prolongado
por tu asistencia

Tocar tu compañía
tocar tu risa
tocar tu sonrisa
que irradia y recrea
mi alegría
mi desamparo

Tocar en un momento divertido
en un instante tierno
en una congregación de niños
Tocar... sólo tocar
en una puerta
en un rincón
en un vagón
en una estación

Tu mano aulla mi miedo
y asusta mi susto
y aún asi, sigo escondiéndome
pues algo aún me queda
no me mires, no ahora
ni tampoco nunca
sólo háblame
y recítame

Tocar tu mano con mi mano
tocar tu olor transparente
tocar tus ojos de oriente
y la luz del sol naciente
tras un corazón pintado
en portones y murales

Tocar mi rostro
tocar mis ojos desaparecidos
tocar mi mano
con mi mano
palabra con los labios
tu cariño en el ensueño
tu mano con mi mano



[Diego Valdés León]

viernes, 1 de abril de 2011

Rostro de Vos




Tengo una soledad
tan concurrida
tan llena de nostalgias
y de rostros de vos
de adioses hace tiempo
y besos bienvenidos
de primeras de cambio
y de último vagón.

Tengo una soledad
tan concurrida
que puedo organizarla
como una procesión
por colores
tamaños
y promesas
por época
por tacto
y por sabor.

Sin temblor de más
me abrazo a tus ausencias
que asisten y me asisten
con mi rostro de vos.

Estoy lleno de sombras
de noches y deseos
de risas y de alguna
maldición.

Mis huéspedes concurren
concurren como sueños
con sus rencores nuevos
su falta de candor
yo les pongo una escoba
tras la puerta
porque quiero estar solo
con mi rostro de vos.

Pero el rostro de vos
mira a otra parte
con sus ojos de amor
que ya no aman
como víveres
que buscan su hambre
miran y miran
y apagan mi jornada.

Las paredes se van
queda la noche
las nostalgias se van
no queda nada.

Ya mi rostro de vos
cierra los ojos
y es una soledad
tan desolada.


(Mario Benedetti)

jueves, 20 de enero de 2011

-XI-El joven en el espejo



¡Estoy desesperado! Estos últimos días me he acercado constantemente al espejo de mi habitación. No encuentro explicaciones o razones de valor para decirte el por qué de este comportamiento, sólo entiendo que lo hago.
Miro, analizo, observo lo que hay en él. Parecen líneas trazadas por manos inexpertas en este arte del dibujo y me burlo porque no tienen el mismo talento que las mías. Se siente bien hasta que caigo en cuenta de que esas rayas groseras dan forma a un rostro familiar, ¿lo conozco? Sus ojos, sus labios... esas muecas, esos guiños...
¿Y qué veo? Veo a un joven miserable, un joven que va perdiendo esa llama que hace tiempo atrás se agitaba en su interior y que por esas cosas de la vida se ahogó.

Lo curioso del asunto es que voy al encuentro con ese espejo día tras día y noto los cambios en ese personaje. Sus ojos se enrojecen, los parpados caen y las ojeras se alargan en un gesto desesperado por soltar el llanto. Los labios se apretan para no dejar escapar ruidos animales y el cabello se vuelve pajoso, como una maleza maltratada por una pata de perro. ''Pobre chico'' dije en ese entonces, sin saber lo que me aguardaba el futuro. ''¡Pobre de aquel que no pudo disfrutar lo que tuvo en algún momento!''. ¿Y qué iba a saber yo? Si tan sólo soy un joven travieso y solterón, quizás también amante de la bebida y la noche. Mucho no sabía hasta que llegó el horror a mi corazón.

El día que decidí escribir esto fue el que me acerqué por última vez al espejo de forma inconciente. Fue un día Viernes 21 de Enero en que al ver aquellos ojos llorosos por la pena, esa boca reseca por el trago y ese ceño fruncido por la ira, me di cuenta que eran los deprimentes rasgos de mi rostro. Entonces sólo me vino una pregunta a la mente... ¿Cómo llegamos a esto, Diego?



Diego Valdés León.