viernes, 28 de mayo de 2010

Créditos finales



Muchas personas me han dicho que a veces la vida es como un film. Tiene un inicio pausado, luego un desarrollo complicado y, finalmente, un desenlace inesperado o esperado.
Me pareció peculiar que se resumiera todo tan fácilmente, asi que me dediqué a pensar en esto durante mis viajes.
En una película acostumbramos a ver imágenes particionadas y secuenciales. Se nos muestra sólo lo justo y necesario para la diversión y entedimiento, nuestro y de la trama, respectivamente. Si nosotros fueramos el film no viviríamos al máximo las experiencias... quizás nisiquiera alcanzaríamos a conocernos plenamente y luego de ver-vivir determinados hechos, durante el desarrollo, llegaríamos a nuestro climax para concluir en nuestro final.

La vida no es así y ningún momento de la vida lo es. Entre escena y escena pasamos por muchas cosas, positivas y negativas, que no se deberían omitir, ya que de eso se compone todo: de una secuencia continua, y no fragmentada, de acontecimientos que nos enriquecen el espíritu.
Cuando termina una película quedamos satisfechos de ver la satisfacción del protagonista por lograr felicidad, debido a lo que obtuvo. Sin embargo, en la realidad ahí no culmina en absoluto nuestro camino y nadie nos mira con la misma satisfacción que a dicho protagonista.

Durante la vida todos somos protagonistas y tenemos un final común. Y es en éste donde más nos valoran... Al momento de morir llegan los créditos a tus esfuerzos y logros; sólo ahí se sabe si quedaste en los corazones de seres queridos; si acaso tu presencia marcó la actuación de un semejante; y si acaso tu vida cambió la de alguien.
Cuando cierras por última vez los ojos y todo se pone de color negro, acompañado por la suave música clásica... ahí recién llegan los créditos finales.


[Diego Valdés León]

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