jueves, 22 de abril de 2010

Dentro de la bruma




Eran fríos aquellos días... de verano claro, de invierno oscuro. Y a pesar de ello todos avanzaban desnudos dentro de una bruma de calor humano inexistente. Yo miraba y pensaba, nada más, nada menos.

De entre toda esa gente aglomerada en el camino yo me deslizaba a un lado para poder respirar aire congelado, que era lo único que tenía. ¿Para qué quedar asfixiando mi coraje en medio de felicidad entorpecida?

Así que ahí me encontraba, tumbado a un lado del largo pasillo, intentando hacer que todas estas palabras incomprensibles tuvieran sentido.

Individuo que pasaba me observaba de esa forma particular, como preguntándose si acaso mi presencia era real o imaginaria. Incluso yo mismo me lo habría preguntado, y me habría observado con curiosidad de saber si acaso mi esencia era lo que se llama soledad.

Pero nadie hacía algo. Sólo caminaban y se adentraban entre la muchedumbre acalorada y aprisionada de sus propios cuerpos. Yo, al menos, me habría ido a sentar junto a mi a hacer compañía. De esa que requiere la presencia y no las palabras incoherentes; esa que es el pensamiento intangible y no lo material desechable; esa que simplemente lo es...

Entre tanto pensamiento que escurría por mis grietas había música que tejía acordes con gusto a evocación y desconsuelo. Sin embargo no afectaba, pues ya me había entregado al abandono. Ese sentimiento que no se produce por planificación, sino más bien por casualidad.



Fue muy frío este día, de un verano desteñido por el hielo y abrumado por la añoranza. Pero entre tanta bruma alcancé a recobrar un poco de calor, que me hizo llegar a la conclusión de que así como llegó debía irse aquel dolor... gracias a la casualidad.



[Diego Valdés León]

1 comentario:

  1. Me gustó demasiado el último párrafo *-* los demás comentarios me los reservo y te los digo después :) Esto de ser estudiante de literatura me ahce tener un ojo demasiado crítico xDDD

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